Carta abierta de los diputados elegidos en el exterior a los presidentes Gianfranco Fini y Massimo D’Alema

El viernes 16 de octubre se abrirá en Asolo el Congreso Titulado “las nuevas políticas para la emigración. Desafíos y Oportunidades”, promovido por la Fundación Farefuturo(Hacerfuturo) y por la Fundación Italianoseuropeos.
En él, antes de las conclusiones, confiadas a los presidentes Gianfranco Fini y Massimo D’Alema, serán profundizadas algunas cuestiones abiertas en el debate político y cultural entre las cuales el tema de la ciudadanía. Los diputados elegidos en el exterior de diversas tendencias han dirigido a los presidentes de las dos fundaciones una carta abierta cuyo texto se expone a continuación.

Querido Presidente Fini, querido presidente D’Alema,

Hemos recibido con interés la noticia de un vuestro próximo encuentro en el ámbito del congreso dedicado a las nuevas políticas para la emigración y la ciudadanía, promovido por fundaciones de diversa inspiración cultural. Queremos
Expresar antes que otra cosa, un sincero aprecio por la elección de enfrentar un tema tan delicado como este, que suscita múltiples reflexiones en el debate político y en la opinión pública.
Ejercer una responsabilidad institucional, sobretodo con mentalidad de Gobierno, significa saber asumir las responsabilidades indicando y confrontando soluciones aún difíciles, que aún puedan ayudar a superar la difícil transición que la sociedad italiana vive ya desde hace varios años.
Volviendo al tema de la ciudadanía, no usaremos muchas palabras para subrayar nuestra atención no sólo como parlamentarios “sin vínculos de mandato”, pero también como elegidos por millones de ciudadanos que viven en el exterior y que han debido enfrentar complejas situaciones para conservar, defender, recuperar la ciudadanía italiana.
Antes de reclamar , pero, las problemáticas relativas a la ciudadanía para los italianos en el exterior, deseamos manifestar, aún con la luz de la específica experiencia adquirida por nosotros en contacto directo con nuestras comunidades de origen presentes en el mundo, nuestro pleno acuerdo con las hipótesis, asomada en estos días, de atribuir la ciudadanía a los jóvenes nacidos en Italia de padres legalmente establecidos desde al menos 5 años o que hayan crecido hasta alcanzar la mayoría de edad, o aún que hayan cumplido un entero ciclo de estudios. Somos igualmente propensos a cortar el periodo fijado para los extranjeros para poder requerirla. Primero, aún, deseamos reafirmar nuestra convicción de que a quienes se dirigen a nuestro país, se les asegure siempre los derechos de asilo previstos por las leyes internacionales y la tutela de la integridad de la vida debida a cada ser humano.
Es particularmente sentida por nosotros que conocemos directamente el difícil recorrido que los italianos han debido realizar para superar barreras de desconfianza y xenofobia, la prioridad de ver reconocidos derechos humanos, derechos de ciudadanía y derechos laborales en ambientes duros y hostiles, razón por la cual solicitamos en nuestro país un continuo y renovado respeto de los derechos, acogida y solidaridad hacia los migrantes. Olvidar o contradecir estos sucesos que han marcado la vida de millones de italianos no sólo reabre heridas dolorosas en las personas que los vivieron, pero hace mal sobretodo a Italia y a los italianos. Sobre qué preceptos éticos, en efecto, afrontaremos la transición en marcha de país de emigración a país también de inmigración? Sin respeto por las personas y los derechos, de qué calidad será la democracia en la cual se deberán amalgamar etnias, culturas, proyectos de vida diversos?
Pero para nosotros es menos importante testimoniar que no sólo es justo, sino útil para Italia favorecer una integración verdadera, equilibrada, respetuosa de las reglas de aquellos que eligen nuestro país para trabajar, vivir y construir las propias familias .Lo sabemos por experiencia directa. Hemos obtenido mucho de los países que nos recibieron y ayudado a realizar un futuro, pero a aquellas sociedades hemos dado nuestro trabajo, las energías y la calidad de nuestros hijos. Mundo nuevos se han desarrollado con nuestra contribución y la de otros emigrantes. No solicitamos sólo reconocimientos tardíos para nosotros, pero sólo que los italianos se den cuenta de que tienen mucho para ganar en el hacer de modo que el legítimo deseo de progresar de millones de hombres se pueda desplegar constructivamente en nuestra sociedad. Será un bien para todos, no sólo para el que cruza nuestras fronteras.
Esto podrá suceder si tendremos la capacidad cultural, antes aún que política, de considerar en una nueva luz nuestro sistema de referencias conceptuales y jurídicas, iniciando de aquel “jus sanguinis” que ha sido hasta ahora el criterio del todo prevaleciente para otorgar la ciudadanía. El lazo con el territorio y con sus normas de vida sociales y civiles puede ser también un factor de legitimación y de partencia jurídica a un Estado. El error, tal vez, no está en admitir este principio innovador, ya maduro en la realidad de las relaciones sociales y jurídicas, pero el dejarse atraer al punto de no ver que la transición italiana es un proceso complejo, denso de contradicciones y de entrecruzamientos destinados a prolongarse en el tiempo.

Uno de los aspectos más significativos de este tema se relaciona con la relación entre jus sanguinis y jus soli , que en acto son dos categorías conceptuales que corresponden a dos diversas condiciones históricas, sociales y jurídicas. Tanto
Como para ejemplificar, si es justo conceder la ciudadanía al extranjero que regularmente habita por algunos años en Italia, puede ser justo continuar a tener las puertas cerradas para aquello emigrados que, nacidos en Italia, han perdido la ciudadanía originaria porque los países de acogida non han consentido la conservación?.Al mismo tiempo, si es justo que los jóvenes nacidos en Italia de padres extranjeros sean considerados ciudadanos, puede ser admisible que los hijos de madre italiana nacidos en el exterior antes de la entrada en vigor de la Constitución no puedan tenerla, al contrario de sus propios hermanos nacidos después, solo porque la mujer en el viejo ordenamiento no era considerado sujeto en grado de transmitirla?
Dejando de lado otros ejemplos, confiamos que este esfuerzo de interpretación
de la sociedad italiana de hoy, y de innovación de los sistemas normativos que establecen las reglas de su organización civil y de su evolución tengan cuenta, por cuanto corresponde a la ciudadanía, de la pluralidad de las situaciones en las cuales se pueda ser con justo título ,ciudadano italiano. Si es necesario se pueden considerar los modos para evitar que en la madeja de derechos se filtren soluciones excesivas o prácticas oportunistas, como la de usar el pasaporte italiano come instrumento comunitario. Pero estos discutibles aspectos pueden ser evitados tanto más eficazmente cuanto más la ciudadanía se perciba no sólo como un trámite burocrático para cerrar lo más rápido posible, sino como un valor y como un pacto civil y ético. Bienvenidos entonces los pedidos de conocimiento de nuestra lengua y de nuestra constitución como oportuno ajuar de la concesión de la ciudadanía pero podemos aún en este caso quedar tranquilos de frente a la hipótesis de solicitar las mismas cosas a los descendientes de nuestros emigrados, y al mismo tiempo, ver reducida drásticamente la oferta de nuestra lengua y de nuestra cultura en el mundo?

Queremos desear que vuestro diálogo contribuya a deshacer nudos y a encontrar una salida para ayudar a Italia a salir de su larga transición en modo positivo y civil. Sin olvidar su deuda con aquellos que debieron elegir y recolocar su vida en otro lado, y sin negarse a quien el otro lado lo halla aquí entre nosotros. Los migrantes son verdaderamente una palanca y una extraordinaria posibilidad.
Nosotros italianos esta posibilidad la podemos recoger en Italia y en otros lugares de mundo y sería verdaderamente incauto dejarla escapar.

Con sentimientos de profunda estima, enviamos cordiales saludos.

Los diputados elegidos en la Circunscripción Exterior
Gino Bucchino(PD)
Gianni Farina (PD)
Marco Fedi (PD)
Laura Garavini (PD)
Franco Narducci (PD)
Fabio Porta (PD)
Giuseppe Angeli(PDL)
Amato Berardi (PDL)
Aldo Di Biagio (PDL)
Guglielmo Picchi (PDL)
Ricardo Antonio Merlo( LD-MAIE)
Antonio Razzi (IDV)

Enviado por Antonina Cascio, Usef Mendoza

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