Venecia, ciudad de los canales

En Venecia es fácil perder la noción del tiempo. A decir verdad, no hubo época de la historia en que Venecia no fuera una ciudad convocante para todas las expresiones del arte. También para el amor y la visita de miles y miles de viajeros.Vivaldi y Monteverdi llenaron de acordes sus antiguas iglesias; Richard Wagner murió en uno de sus palacios; Galileo Galilei estrenó su telescopio subido al Campanile de la Torre de San Marcos; Thomas Mann -desde las playas de Lido- escribió una de sus grandes novelas: Muerte en Venecia, y Venecia sin ti fue para Charles Aznavour un enorme éxito musical.
Muchos se preguntan qué tiene esta ciudad que pudo resistir la devastación de los godos y los ataques de Atila. Sin embargo, el azote del agua decide sobre su felicidad o infortunio.
En 500 años su base se hundió 20 centímetros, pero a pesar de eso, los cimientos de sus edificios, hechos con pilotes de roble y pino, resisten el paso de las centurias.
¿Qué tiene Venecia, además del festival cinematográfico y su famoso carnaval, para que los turistas deambulen como zombies? Es que la Serenísima República Marinera, Reina del Adriático es una de las ciudades más bellas del mundo.

Magníficos palacios
Tocada por el arte griego, medieval, bizantino y toscano, lombardo y veneciano, fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987.
Es un archipiélago dividido en 119 islas, con 90 iglesias, 150 canales, 300 puentes de mármol, hierro y madera, 20 embarcaderos de góndolas, tres puertos y miles de obras de arte en sus magníficos palacios. Pero con tan solo 3000 calles sólidas y unos 70.000 habitantes acostumbrados a las multitudes, como si la ciudad fuera un país formado por todas las nacionalidades.
Venecia fue tan espléndida que durante la Edad Media y el Renacimiento, cada duque (dux) que asumía la República debía hacerlo mediante una ceremonia nupcial. Así, sin el consentimiento de una de las partes, se casaba con la mar y debía arrojar un anillo de oro a las aguas de la gran laguna.

El agua ha sido, de alguna manera, su bendición frente a las guerras y su desgracia en estos tiempos.
El 4 de noviembre de 1966 fue asolada por la más terrible de las inundaciones: sólo emergían los muros de los edificios y las góndolas navegaban por el medio de la plaza San Marcos, como si ése fuera el Gran Canal.
Hoy, un sistema de alarmas le avisa a los habitantes la crecida que sobrevendrá doce horas después. Sin embargo, el drama no parece doblegar la belleza de la Serenissima República.


Sin veredas
Palacios, monumentos, iglesias, arte, góndolas y puentes: todo está allí y parece multiplicado.
En Venecia no hay veredas ni umbrales, ni ruidos molestos: sólo se escucha el griterío de la muchedumbre porque todos los vehículos deben quedar estacionados en el gigantesco parking que ocupa toda la Isola del Trochetto.
Desde allí habrá que trasladarse en ferryboat; en los legendarios vaporetti o en lancha taxi.
Venecia es fácil de recorrer, porque su centro histórico es un pequeño laberinto distribuido en un conjunto de islotes unidos por puentes y decorados por la belleza romántica de las góndolas que los surcan.
El más famoso de los puentes venecianos es el Ponte dei Suspiri, que unía el Palacio Ducal con la prisión de la República: por allí cruzaban los reos que eran conducidos para las torturas y los interrogatorios estatales.
Con vista panorámica
Desde la costanera (llamada la Riviera), mirando hacia el frente, la vista descubrirá la Isla de San Giorgio Maggiori, con una bella panorámica del voluminoso edificio de la Basílica della Salute.

Basílica della Salute

Venecia es una ciudad para vivir el placer. Nadie sabe si finalmente se hundirá como una Atlántida moderna o seguirá convocando a los enamorados del mundo.
En el museo de la Accademia se encuentra el lienzo más famoso de Paolo Veronese (La Ultima Cena), que por orden de la Inquisición debió cambiar su nombre por el de La Fiesta en la Casa de Levi.
En la magnífica catedral (inspirada en la Iglesia de los Apóstoles de Constantinopla), el tesoro iconográfico con sus piezas de oro y ébano, compite con la belleza de los cuatro caballos griegos de su fachada, y más allá desafía al León Alado de San Marcos, símbolo mayor del imperio veneciano.
El libertino Casanova nació en Venecia; Pink Floyd desbordó la ciudad con su concierto de 1989, y en el número 3399 de la calle Fondamenta dei Mori, vivió Tintoreto hasta su muerte, en 1594.
El millonario textil Benetton llenó la plaza San Marcos con la presentación de su coche Renault B201, para correr en Fórmula 1.
Son datos sueltos. Pero todos juntos forman parte de la historia de esta ciudad convocante que, según dicen, es la más fotografiada del mundo. Por eso, en Venecia, es fácil perder la noción del tiempo.

Salón de Europa
¿Qué otro lugar es esencial en esta ciudad? La plaza San Marcos (durante siglos el centro de la vida política, cultural y religiosa), que Napoleón definió como "el más hermoso de los salones europeos".No es para menos: allí descansa la magnífica basílica, la torre del campanile, el museo arqueológico y el palacio Ducal (de estilo gótico veneciano) con pinturas de Carpaccio, Ticiano, Veronés y otros, considerado un santuario de la pintura de la isla. En la plaza San Marcos flamean tres banderas: la de San Marcos, la de Venecia y la de Italia.
Y allí están, también, los dos cafés venecianos más famosos, a los que solían concurrir escritores como Proust, Dickens y Byronv: el Quadri y Florian.
Muy cerca se encuentra La Librería, sede de la biblioteca Marciana y el Museo Correr, con obras de Antonello da Messina, Carpaccio y otros grandes maestros.

Plaza San Marcos
Otras características distintivas
-Una de sus pinturas más importante es La Pietá, de Giovaninni Bellini.
-Un canalazzo por donde van y vienen las góndolas.
-Divide la ciudad y deja ver el esplendor de la arquitectura.
-Tiene cuatro kilómetros que se hacen en media hora, si se elige el vaporetto
-Se cruzan los puentes Scalzi, Rialto y Accademia
-La calle Zusto es la más angosta de Venecia

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