Taormina, tierra siciliana

Taormina es sin lugar a dudas una de las joyas sicilianas. Bien es cierto que la sobreexplotación turística ha derivado en una aglomeración de curiosos extranjeros que agitan la vida de los 10.000 habitantes de la ciudad.
Emplazada a doscientos metros de altura, sobre el Monte Tauros, una expléndida terraza natural, Taormina, la antigua colonia Tauromerion, fundada por colonos huidos de la saqueda Naxos en el 403 a. C, fue, arrasada por Siracusa, enaltecida por los romanos, y capital de la isla por un periodo breve de la Sicilia bizantina. Desde su toma por los normandos en 1078 hasta el siglo XVIII, no pasó de ser un apacible pueblo de costa. A partir del 1700, escritores alemanes e ingleses como Bartlett y Goethe que empredían circuitos de inspiración por Europa, pararon por Taormina. Aún así, no sería hasta 1866 cuando el ferrocarril una la ciudad con Mesina, facilitando el acceso de turistas del Norte de Europa, algunos tan ilustres como el emperador alemán Guillermo II.
Piazza Aprile
En las pequeñas callecitas de Taormina, saliendo desde la calle central de Corso Umberto, los turistas pueden encontrar varios restaurantes románticos que ofrecen platos de la exquisita cocina siciliana. Desde la Piazza IV Aprile se puede disfrutar una vista hermosa de Giardini Naxos y el volcán Etna. En días despejados, se ve hasta Calabria y la tierra firme de Italia.
Alrededor de la Piazza IV Aprile se encuentran los bares más de moda de Taormina. En verano se organizan conciertos de folclore siciliano y se ven artistas en distintas partes de la plaza: pintores, caricutaristas y artesanos muestran sus trabajos.

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